Murió Roberto Dromi, el abogado mendocino y cerebro jurídico de las primeras privatizaciones menemistas

Entre mediados de 1989 y principios de 1991 fue el encargado de llevar adelante, bajo el paraguas de las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, las primeras ventas de empresas públicas.

NACIONAL24 de noviembre de 2024
dromi

José Roberto Dromi, quien murió en su casa este fin de semana, fue el primer Ministro de Obras y Servicios Públicos del primer gobierno de Carlos Saúl Menem y artífice de una de las vigas maestras de la era menemista, la “Ley de Reforma del Estado” que el radicalismo, en medio del traumático final del gobierno de Raúl Alfonsín, apoyó (junto a la ley de Emergencia Económica) en el Congreso para darle al gobierno las herramientas que pidió para asumir el Gobierno cinco meses antes de lo que marcaban las leyes y la Constitución.

Abogado y especialista en Derecho Administrativo, oriundo de Mendoza, Dromi había sido el delegado de Menem en sus tratos con los militares y desde principios de la década del ochenta venía pergeñando un programa de privatizaciones y la necesaria ingeniería jurídica y política para llevarla a cabo.

Como tal, Dromi fue el maestro de la primera etapa de las privatizaciones menemistas, la más marcada por las denuncias de escándalos y corrupción. Más que los principios, Dromi reivindicaba los fines y los procedimientos.

Asumió como ministro el 8 de julio de 1989 y lo fue hasta el 4 de enero de 1991, cuando ya asomaba nítidamente el poder de Domingo Cavallo, que absorbería la cartera que antes estaba a cargo de Dromi y llevaría a cabo la segunda etapa privatizadora. Dromi pasó a ser embajador del menemismo en España, y volvió luego como secretario de Reforma del Estado.

 Sobre la primera etapa de su gestión decía, en julio de 1989, en el alba del gobierno menemista: “lo que se necesita es transparencia en los procedimientos. La transparencia no es sinónimo de eticidad, ni ecuanimidad, ni del buen comportamiento, pero ayuda bastante a vestir elegantemente al modelo democrático”. Lo que se necesitaba, subrayaba, es “terminar con esa vieja experiencia socialista que hemos venido arrastrando, por la cual el Estado es el padre de todo, el especialista en asistir, ayudar y subsidiar sin límites” algo que según él de ningún modo contradecía la doctrina peronista.

Bajo la batuta política de Menem y el cerebro administrativo y jurídico de Dromi, el 17 de agosto de 1989 el Congreso sancionó la ley de Reforma del Estado (N° 23.696), que autorizó al Poder Ejecutivo a privatizar empresas que formaban parte de la gestión pública. En ese listado estuvieron incluidas grandes compañías estatales como Aerolíneas Argentinas, Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (SEGBA).

La ley 23.697 de Emergencia Económica fue sancionada días después e incluyó la suspensión de subsidios y subvenciones, junto con regímenes de promoción industrial y minera. Además, se redujeron a la mitad los beneficios impositivos, se dio por terminada la vigencia del régimen de Compre Nacional, fue derogado el requerimiento de previa autorización para inversiones extranjeras. También se reestructuró el personal del Estado mediante una racionalización de los recursos humanos.

TLKYV6GJSZFAXOFUZJQCE5L36Q9 de julio de 1989; traspaso del mando presidencial de Alfonsín a Menem. Dromi fue un ministro clave en la etapa inicial del nuevo gobierno.

Así como Menem decía aplicar “peronismo de alta escuela”, Dromi explicaba que “al peronismo hay que interpretarlo” y se apoyaba en conceptos como pragmatismo e inexistencia de alternativas, que llegó a expresar con estas palabras: “bajo las actuales circunstancias, no hay otro modo de aplicar las lecciones de Perón”.

No se trataba, decía, de la venta de activos públicos, sino de un “proceso de reformulación del Estado”.

A principios de 1991, la designación del hasta entonces canciller Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía, que absorbió Obras Públicas, significó el inicio de otra etapa de reformas. Desde entonces y hasta fines de 1993 se llevaron a cabo muchas más privatizaciones y se lanzó, en abril de 1991, el plan de Convertibilidad.

La primera etapa había dejado una estela  de quince denuncias contra Dromi y seis  contra la interventora de ENTel, María Julia Alsogaray.

La segunda fase abarcó la privatización del servicio eléctrico, gasífero, de agua y cloacales, así como también el resto de los ferrocarriles, las áreas petroleras remanentes, las firmas siderúrgicas, alrededor de 500 edificios públicos, la red de subterráneos de la ciudad de Buenos Aires, hoteles, fábricas militares, la junta nacional y los elevadores portuarios de granos, el mercado de hacienda y el hipódromo. En 1994 concluyó la reforma del sistema nacional de seguridad social y la transferencia de las compañías de transporte marítimo, la caja nacional de seguro y la corporación agrícola nacional.

Pero Dromi ya no estaba en el centro de la escena.

Fuente: Infobae

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